A CADA MAL SU MEDICINA

By María García Baranda - octubre 29, 2016

Cuando parezca que la vida se disparata, haz tú un disparate aún mayor. Sí, sí... mucho mayor. Ciégate. Da un golpe de efecto. Y tira por la calle de enmedio.

Cuando la gente pierda su memoria emocional, trabájate tú una buena amnesia selectiva, de esas que sacan afuera importancias y prioridades muy específicas, de esas que te sientan a ti mismo en la balanza y hacen retumbar el platillo en el que tú reinas.

Cuando el frío salga a la calle a cruzarse contigo, sorpréndele con un buen abrigo e indiferencia. Salta y baila. Acumula calorías bajo tu atuendo y dosifícalas, porque el invierno es largo, pero tremendamente hermoso.

Cuando la brújula humana revolucione el sentido de sus agujas y pierda el referente polar, con toda calma rompe el cristal y cambia de rumbo a nuevas y deslumbrantes tierras.

Cuando escuches canciones que no emocionan tu piel, baja su volumen, canta tú más alto y crea tu propia melodía.

Cuando te ofrezcan por valiosas algunas palabras vacuas, no les eches cuentas ni energía, que solo es ruido despojado de sentimiento. Elabora tú un mensaje potente y tatúalo  en tu piel y en sitio bien visible.

Cuando vislumbres en el horizonte señales de sequía de sentido común, saca tus víveres y refréscate con tus propias ideas. Recuerda que son intransferibles y que has de guardarlas celosamente para ti. Al ladrón, estopa. Y al goloso, dieta... ¡tacañea!



Así que...
... ¡disparátate, hazte amnésico, abrígate y visita tierras desconocias, canta y ensordécete a los ruidos, tatúate tu mantra, refréscate de ideas y sé tacaño! Hazlo. Y tras todo ello, cuando veas en la cara de algunas gentes los ojos de lo inesperado y una expresión de extrañeza, justo entonces sabrás que lo has logrado. 




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