ANTES DE TERMINAR

By María García Baranda - enero 05, 2017

     Todo, absolutamente todo en esta vida se termina. Desde la misma vida. La propia vida. La justa vida. Desde el primer hálito comenzamos a agotar la existencia, el crecimiento, el pensamiento y el riego de la sangre. La pasión y las ganas.

     Se agotan los sueños, de alcanzarlos con creces o de no ser cumplidos. Se agotan las ideas, de atrofia y de sobreexplotadas. Se agota el cuerpo de trabajo y de gozo, de hambre y de renovada sed. Y se agota el deseo. Y hasta el mismísimo amor; de esperar en vano a ser correspondido o de morderse a dentelladas de lujuria y ternura. Se agota todo cuanto nos rodea desde el mismo momento en que existimos. Y nada ha de impedirlo. Nada podría y nadie podrá. Si acaso, tal vez, con suerte, disfrutarlo algo más. De intensidad y tiempo. Alargarlo quizás unos minutos. Retenernos la sangre cuando hierve. La madre al alumbrarnos, el padre al protegernos, el alimento sano y el agua cristalina deslizada en el cuerpo viejo y seco. Y la voz del amante ante el pánico de no volver a vernos.

    Por eso vivo hoy. Por eso de este modo. Continúo adelante sin detener mi marcha. Que ya permanecí sentada mucho tiempo. Demasiado. Y la vida no espera a que despierte. Que se me agota el tiempo y yo quiero sentir que aprendo cada día. Que camino con fuerza. Que aprovecho el instante al lado de quien quiero. Que no se escapa. Que no me roban tiempo, ni energía, ni luz. Sino que me acompañan y disfrutan conmigo antes de terminar. Del olor de mi vida. Del sabor de mi piel. Del eco de mi risa. Del azul de mi rabia. Del rojo de mi sangre. De mí y conmigo. Que donde estuve ayer ya no regreso. Que ya no soy la misma y tú tampoco. Que es puro movimiento todo esto. Que hay que ajustar las cuentas antes de que se acabe. Antes de terminar.






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