PEQUEÑOS ESBOZOS (XXVI): No resistirme a mí misma.

By María García Baranda - mayo 10, 2017

    Avanzar, progresar, enmendar errores y hacerme con mejores métodos para ser feliz y sacarle un mayor rendimiento a la vida. Lo que siempre repito a propios y extraños, ¿verdad? Siempre hacia adelante y nunca estancada. 

    Por lo que a mí se refiere, en mi ámbito más privado me digo que tengo que controlar la gestión de mis emociones para que estas no me puedan y no manden en mí. Me digo que tengo que aprender a relajarme y no preocuparme en exceso por las cosas o las personas antes de saber su dimensión o incluso si ocurrirán. Me digo que he de aprender a no ser tan sentida ni sensible ante ciertas palabras o hechos, y dejar que me resbale lo no esencial. Me digo que he de dosificarme en ganas, trabajo, empeño y sentimientos, sin dar mi todo por el todo sin condiciones. Yo misma en la mesa de operaciones a fin de ver qué se puede hacer. 

     Pero acaba de aparecer por primera vez en mi cabeza una cuestión que va más allá de mi empeño por la mejora continua y que no ha de ser excluyente con ese deseo mío: ¿Qué coño hago intentando cambiar mi esencia? ¿no sería mejor reconciliarme conmigo misma y aceptar que soy como soy? Modificarse a una misma es muy difícil. Aprender es un gesto de movimiento natural y precioso, pero transformarse hasta donde yo pretendo… sería casi una aberración, seguramente. Porque sí, porque las emociones sí mandan en mí. Porque me preocupo en exceso por las cosas y eso viene sucediendo desde que era niña. Porque no me resbalan ni me resbalarán nunca palabras o hechos que procedan de alguien que me importa. Y porque, ya lo siento, pero no sé dosificarme, soy intensa, pongo ganas, pongo fuerza y me doy entera. Con lo bueno y lo malo que trae todo ello tanto para mí, como para quienes me rodean. A aguantar la tormenta, el viento y el granizo. Es lo que hay. Pero a lo mejor es hora de aceptar que soy como soy, y que no sirve de nada viajar al revés. Que si esto son cuatro días son para conocernos y querernos un poco y llevarnos bien con nosotros mismos. 

     Y es que en asuntos emocionales ir contracorriente supone un doble trabajo: el llevado a cabo al hacer el recorrido según el curso natural de las cosas, y el frenada y resistencia tratando de impedir esa fuerza y esa dirección marcada. O lo que se traduce en un gasto de energía inútil y excesivo. Es absurdo resistirse a uno mismo.







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